InicioBlogRiesgos de las bajas temperaturas para la población mayor: hipotermia y paciente geriátrico

Riesgos de las bajas temperaturas para la población mayor: hipotermia y paciente geriátrico

El actual contexto mundial, con precios de energía muy elevados y previsiones de bajas temperaturas récord cara al invierno, nos conduce a pensar que muchos hogares van a tener que convivir con unas navidades especialmente crudas en lo que a temperatura se refiere.

¿Y esto qué supone para las personas mayores? ¿son estas personas especialmente vulnerables a estas condiciones climatológicas tan severas? Y de ser así, ¿podemos reducir los riesgos del frío para la población de edad más avanzada?

Veamos a qué apunta la literatura sobre el tema.

La termorregulación corporal en la vejez

Como hemos ido descubriendo, nuestra temperatura corporal se regula por distintos mecanismos. Unos, los denominados “voluntarios” guardan relación con nuestra vestimenta, con los alimentos que hemos ingerido…; Otros, con aspectos relacionados con el propio funcionamiento de nuestro organismo (metabolismo celular, gasto cardiaco y hepático), y con la pérdida del calor (a través de contracciones musculares, cambios vasculares u hormonales).

Con el paso de los años, dichos mecanismos van perdiendo progresivamente su capacidad de adaptación, especialmente ante temperaturas extremas.  Al disminuir la capacidad de percepción del frío, los cambios en el diámetro vascular para ahorrar energía son menos eficientes.

El déficit de hormonas adrenérgicas influye también en una menor respuesta motora involuntaria al frío. Si a todo ello sumamos, la influencia de las diferentes patologías a nivel metabólico, como el hipotiroidismo, la insuficiencia suprarrenal o la malnutrición, y los diferentes medicamentos, que pueden actuar en las vías que regulan la temperatura corporal (antidepresivos, tranquilizantes, opiáceos, antidiabéticos, betabloqueantes…), se entiende que sea más frecuente dichas alteraciones en este grupo poblacional.

La presencia de una dependencia funcional con relación a una demencia, así como secuelas de enfermedad cerebrovascular u osteoarticular, aumentan la inmovilidad y, por tanto, disminuyen la capacidad de generar calor.

Pero además de las variables psicobiológicas, nutricionales o funcionales, no podemos perder la pista de otras, de carácter socioeconómico, que también juegan un papel destacado en este asunto, como serían las altas tasas de pobreza y de soledad involuntaria que, en demasiadas ocasiones, acompañan a esta vital.

Riesgos, causas y manifestaciones de hipotermia en personas mayores

La presencia de hipotermia, entendida como una temperatura corporal inferior a 35ºC, incrementa la mortalidad global en un 40%. En personas mayores de 75 años se multiplica la mortalidad por cinco (un valor que se incrementa según aumenta el número de patologías).

Así, en personas diabéticas, dadas las alteraciones vasculares presentes, el riesgo de hipotermia se ve multiplicado por seis.

En procesos infecciosos la hipotermia tiene la misma gravedad que una sepsis.

Los ingresos hospitalarios, de naturaleza médica o quirúrgica, son otra de las causas frecuentes de hipotermia en personas mayores, afectando en algunas series a un 3,6% de esta población, y hasta un 10% en periodos invernales.

Las manifestaciones más comunes y leves de la hipotermia serían cansancio, debilidad muscular, enlentecimiento psicomotor, bradicardia e hipotensión. En formas más graves puede evolucionar a letargia, estupor o coma y desencadenar diferentes tipos de arritmias.

Ante temperaturas bajas los medicamentos antiarrítmicos pueden no actuar adecuadamente por los cambios en la membrana celular, así como se puede producir resistencia al efecto de la insulina, por ello debemos tener en cuenta que al revertir la temperatura corporal puede existir un efecto aumentado de los diferentes medicamentos prescritos.

Cómo combatir el riesgo de hipotermia en personas mayores

Las medidas terapéuticas pueden ser pasivas, por medio de mantas, abrigos, incrementos de temperatura ambiental, que requieren de un mínimo de reserva fisiológica; o bien, activas, a través de infusión de sueros o aire caliente.

A nivel comunitario ante situaciones de gran fluctuación térmica es relevante la prevención, manteniendo una temperatura ambiental en el domicilio por encima de los 20ºC, vestimenta adecuada que cubra especialmente manos y pies, con chaquetas, abrigos, guantes, calcetines, gorros. También conviene vigilar aspectos como el secado adecuado tras la higiene y el no dejar puestas prendas húmedas.

Como apuntábamos al inicio, una alimentación rica y variada, especialmente de alimentos con una mayor tasa energética, así como, una adecuada hidratación, que contemple bebidas calientes como infusiones, tés o cafés, puede ser de ayuda.

Revisar con un especialista la necesidad y conveniencia de dispensar medicamentos que puedan influir negativamente en la regulación de la temperatura corporal.

Así mismo, es importante contar con una red social de apoyo, que pueda detectar precozmente cualquier cambio relevante en personas que viven solas o tener un sistema de teleasistencia operativo, y en aquellas dependientes, que las personas cuidadoras atiendan estas necesidades básicas de forma dinámica.

Y algo fundamental. Si hace mucho frío, mejor quedarse en casa, instalados en las zonas más acogedoras y calidad de nuestro hogar.

Infografía recomendaciones ante las bajas temperaturas

Autor

Médico de Matia Fundazioa

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